¿Qué son las vacunas?
Las
vacunas son preparaciones de medicamentos biológicos de bacterias o virus
debilitados o muertos y destinada a generar inmunidad mediante la estimulación
de la producción de anticuerpos. Tienen eliminada su capacidad de producir
enfermedad –y si la produce lo hace de forma muy leve- al estar debilitados o
muertos, pero estimulan de forma natural la respuesta protectora del sistema
inmunológico, generando defensas (anticuerpos) que protegerán en el caso de
futuros contactos con los agentes infecciosos contra los que se haya vacunado,
evitando así la infección o la enfermedad.
Bacterias
Generalmente
se administran mediante inyección, aunque también algunas lo son por vía nasal
u oral. En algunos casos se necesitan varias aplicaciones para que la
protección se mantenga durante años. Para reducir el número de inyecciones se
utilizan las vacunas combinadas, juntando varias vacunas en una misma
inyección. Las autoridades sanitarias tienen elaborados unos esquemas de
vacunación en la infancia, los llamados calendarios de vacunaciones infantiles,
en los que se definen las vacunas, las dosis y las edades de aplicación.
La
mayoría de las vacunas las reciben los niños, pero los adultos también
necesitan protección contra algunos gérmenes, como los del tétano, la difteria,
el neumococo, la gripe, la rubéola, etc.
Las
vacunas previenen enfermedades que antes eran la causa de grandes epidemias,
muertes y secuelas, y protegen tanto a las personas vacunadas como a las no
vacunadas y susceptibles que los rodean. Protegen a toda la colectividad. Por
ello, son una de las dos medidas sanitarias que mayor beneficio ha producido y
sigue produciendo a la humanidad (la otra es la potabilización del agua). Por
todo ello, es muy recomendable, incluso debería ser obligatorio, vacunarse. Todos los niños
deben ser vacunados.
Gracias a la vacunación se han
conseguido erradicar enfermedades como la viruela, o se está cerca de erradicar
la poliomielitis, o el sarampión ya no es un problema frecuente (a veces
causaba encefalitis y minusvalías psíquicas), no hay difteria... y otras como
la tos ferina, tétanos, hepatitis B, meningitis meningocócicas B... se están
controlando.
Desde siempre el hombre ha buscado
la forma de ser resistente a las infecciones, que tanto daño han hecho. Quizá
la primera práctica de vacunación utilizada con éxito contra una determinada
infección haya sido la variolización, en Ias antiguas India y China. Más
adelante, ya en 1796, Edward Jenner utilizó la primera vacunación frente
a la viruela de una forma diferente. Y más tarde, Louis Pasteur,
considerado el padre de la vacunología científica, descubrió en 1880 la vacuna
frente a la rabia.
Edward Jenner Louis Pasteur
¿Las vacunas tienen riesgos?
Las
vacunas son medicamentos muy eficaces y seguros. Su seguridad es muy alta y son
productos a los que se exige estándares de seguridad más altos, no pudiéndose
administrar sin haber demostrado su eficacia y seguridad.
No
obstante, en algún caso se puede producir alguna reacción, como con cualquier
medicamento, aunque rara vez es seria. Pero puede suceder. Sin embargo, hay que
tener muy en cuenta que los riesgos de contraer una enfermedad grave por no
estar vacunado son mucho mayores y puede afectar a muchas más personas. Los
riesgos de la vacunación siempre serán inferiores a sus beneficios.
Los
efectos secundarios más frecuentes de las vacunas son problemas menores como
fiebre leve, enrojecimiento leve, malestar general, inflamación y dolor en el
lugar de la inyección, sarpullido. Es normal una ligera incomodidad, y no tiene
que alarmar. Suelen aparecer a los 2 ó 3 días. Si estos síntomas perduran lo mejor
es ponerse en contacto con el pediatra.
También
puede ocurrir que los problemas no hayan sido causados por la vacuna, sino que
simplemente han coincidido con ella, y conviene su observación por si hay otra
causa que atender.
El peligro de los antivacunas
Pese
a que hay consenso científico sobre las vacunas, éstas no dejan de tener sus
detractores, que en los últimos años están consiguiendo peso en algunos países
basados en desconfianza, ignorancia, bulos y polémicas.
Las
vacunas han situado en cifras mínimas la incidencia de la viruela, la
poliomielitis, el tétanos o el sarampión. La Organización Mundial de la Salud
(OMS) y toda la comunidad científica mundial tiene claro que las vacunas son hoy
la forma más segura de protegerse contra la enfermedad. Se espera que en un
futuro inmediato estos productos que estimulan la producción natural de
anticuerpos incluirán no sólo los preventivos tradicionales, sino también otros
de tipo terapéutico destinados a luchar contra el cáncer, el Alzheimer o la
esclerosis múltiple, así como el VIH, la malaria o el ébola.
Por
otra parte, también se afirma que el creciente número de antivacunas ha
provocado que hayan resurgido, por ejemplo en Europa, epidemias de sarampión
(con más de 400.000 afectados), de paperas en Estados Unidos y Brasil (con
miles de afectados) o de difteria en Bangladesh.
La
OMS considera el rechazo a las vacunas una de las 10 amenazas de 2019. La OMS
calcula que las vacunas salvan entre 2 y 3 millones de vidas al año, y que si
se consiguiera su uso en todo el mundo salvarían aproximadamente 1,5 millones
más. La OMS considera que entre las causas de su rechazo está la complacencia
que lleva a olvidar el peligro que combaten, las dificultades para acceder a
ellas y la desconfianza. La OMS pone como ejemplo de su eficacia su esperanza
de que la polio deje de circular en Pakistán y Afganistán durante 2019 (en 2018
ya sólo hubo 30 casos), y ya prepara un plan contra el cáncer de cérvix basado en
la vacuna del papiloma.
Pero,
paradójicamente, en los últimos años su uso se ha estancado a nivel mundial. En
este hecho han influido las dudas sembradas a partir de 1998 por el médico
británico Andrew Wakefield tras la publicación en la revista The Lancet
de un estudio en el que relacionaba la vacuna triple vírica (sarampión, paperas
y rubéola) con el autismo (!!!). Pese a que se demostró la falsedad de sus
métodos y conclusiones, y de que el Colegio de Médicos le retiró la licencia en
2010 por actuar de forma deshonesta e irresponsable, el daño ya estaba hecho y
estimuló la creación de movimientos antivacuna en muchos países.
Las vacunas han sido una maravillosa adición al arsenal médico y han logrado avances importantes en la reducción de la morbilidad y la mortalidad debido a enfermedades infecciosas. Por supuesto que ninguna vacuna es perfecta, tanto en términos de eficacia como de seguridad de la vacuna; ninguna vacuna ha demostrado una eficacia del 100 por ciento, pero este movimiento de padres que se niegan a vacunar a sus hijos basándose en los riesgos de las vacunas junto con la falta de un beneficio que perciben como suficiente es responsable de una morbilidad y mortalidad inaceptable en todo el mundo. EL MAYOR RIESGO ES NO VACUNARSE.
La
psicología ha confirmado la omnipresencia del sesgo cognitivo conocido como el
efecto Dunning-Kruger, y que consiste en que las personas con poca habilidad o
conocimientos sufren de un sentimiento de superioridad ilusorio, considerándose
más inteligentes que otras personas más preparadas, y que se explica por una
incapacidad del sujeto para reconocer su propia ineptitud. David Dunning y
Justin Kruger llegaron a la conclusión de que “la sobrevaloración del incompetente
nace de la mala interpretación de la capacidad de uno mismo. La infravaloración
del competente nace de la mala interpretación de la capacidad de los demás”.
Este fenómeno fue demostrado en una serie de experimentos realizados por ellos
en la Universidad de Cornell (Nueva York, EE. UU.) y sus resultados fueron
publicados en el Journal of Personality and Social Psychology de
diciembre de 1999. Un estudio publicado en Nature Human Behaviour afirma
que este fenómeno está vinculado a las opiniones anticientíficas extremas.
La
OMS alerta sobre las nefastas consecuencias del lanzamiento de suspicacias
sobre la seguridad de los compuestos alegando argumentos como los efectos
secundarios junto a motivaciones religiosas o culturales. Según los expertos,
la no vacunación puede derivar en un grave problema de salud pública. Y
Bruselas subraya tajante que no es una cuestión de opinión: LAS VACUNAS FUNCIONAN Y SALVAN VIDAS.
La
Asociación Española de Vacunología (AEV) destaca que la cobertura de vacunación
en España es del 95%, y advierte a los padres de que los mensajes antivacunas
“están disfrazados de pseudociencia, sumándose además elementos difusos como
los intereses económicos o la falta de transparencia”. Reconoce que, como
preparados biológicos que son, las vacunas no están exentas de riesgos, pero
“son mínimos y generalmente leves”, frente a la posibilidad de padecer
enfermedades potencialmente graves o mortales, como sarampión, meningitis,
sepsis, varicela, hepatitis B, tos ferina, parotiditis, rubéola o el virus del
papiloma humano. La inmunización es también un acto de solidaridad hacia los
miles de pacientes que no pueden hacerlo: niños trasplantados, inmunodeprimidos
u oncológicos.
Es
cuando menos curioso que algunos apelen a su libertad para no vacunar a sus
hijos y vacunen a sus perros.
Parece
claro que lo más sensato es hacer caso de los que más saben, y más cuando
existe consenso científico y está claramente demostrado después de tantos años,
habiendo pasado de un gran número de muertes hace siglos a la situación actual
mencionada anteriormente. Y que no puede confundirse la excepción con la norma
o la generalidad. Las vacunas han tenido mucho que ver con el aumento de la esperanza de vida.
Tampoco anula la realidad de la efectividad de las vacunas en general el hecho de que alguna vez pueda haberse cometido algún error, como puede ocurrir en cualquier otra cosa, ni el que las farmacéuticas ganen dinero con ello. ¿O porque los profesores ganen dinero con educar ya hay que concluir que la educación es mala? ¿Hay que regalar el fruto del trabajo, seas agricultor, médico, artesano o lo que sea? ¿Los antivacunas no cobran por realizar su trabajo?
Tampoco anula la realidad de la efectividad de las vacunas en general el hecho de que alguna vez pueda haberse cometido algún error, como puede ocurrir en cualquier otra cosa, ni el que las farmacéuticas ganen dinero con ello. ¿O porque los profesores ganen dinero con educar ya hay que concluir que la educación es mala? ¿Hay que regalar el fruto del trabajo, seas agricultor, médico, artesano o lo que sea? ¿Los antivacunas no cobran por realizar su trabajo?
Quizá
tampoco esté de más recordar que una de las causas de que se disparara la
mortalidad de los indígenas a la llegada de los primeros contactos con
individuos de otros continentes, como ocurrió en toda América, se debió a los
contagios biológicos, ya fueran voluntarios o involuntarios. Y que en la época
actual, con tantas migraciones, también conviene tomar precauciones por motivos
similares, al poder entrar en contacto en ambos casos con enfermedades nuevas y
desconocidas y para las que se está especialmente expuesto. Otro hecho que
demuestra la importancia y peligro de las consecuencias biológicas es la
existencia hoy día de las llamadas armas biológicas.
Algunas objeciones de los antivacunas y respuestas de los científicos
Objeciones
de los antivacunas
|
Respuesta
de los científicos
|
Las vacunas contienen “productos
químicos peligrosos”, como anticongelante, fenol, aluminio, formaldehído y
plomo
|
Aunque es cierto
que muchas vacunas contienen tales sustancias químicas, las dosis son tan pequeñas, que no se consideran tóxicas, pues son más pequeñas que lo que
consumimos en la dieta diaria.
|
Debilitan el sistema
inmunitario (Una preocupación que
han convertido en argumento)
|
Rotundamente NO.
|
El sistema inmune de un niño
necesita desarrollarse solo
|
Es falso. Las vacunas fortalecen
su sistema inmunológico, no lo debilitan. Las vacunas introducen una forma
debilitada de virus en el organismo para que el sistema inmune pueda aprender
a identificar y defenderse contra futuras infecciones. Para personas jóvenes
y mayores, aumentar el sistema inmune con una vacuna es particularmente
importante. Por ejemplo, los niños deben recibir vacunas para infecciones
peligrosas a una edad temprana, porque es cuando sus sistemas inmunes son más
susceptibles. Los mayores, porque su sistema inmune ya es muy débil, pues a
medida que envejecemos el sistema inmunitario ya no trabaja tan bien, se
vuelve más lento para responder, lo que aumenta el riesgo de enfermar
|
Pueden provocar alergias
|
Las vacunas NO pueden provocar
alergias. El efecto es el contrario: protege de las alergias
|
Pueden causar autismo
|
Las vacunas NO pueden provocar
autismo. El estudio (de 1990), referido más arriba, que introdujo tan
disparatada afirmación quedó demostrado que fue totalmente fraudulento. Y
muchos estudios exhaustivos y a largo plazo realizados posteriormente
confirmaron que no existe tal relación entre autismo y vacunas. Por si todo
esto fuera poco, 10 de los 13 autores que firmaron el artículo original
refutaron y retiraron sus declaraciones originales negaron y retiraron sus
declaraciones originales
|
Afectan sólo a una persona, y
las personas deberían tener la opción de decidir si se vacunan o no “porque
la elección sólo te afecta a ti”
|
Las vacunas no sólo protegen al
que se las pone, sino que también ayudan a otras personas de su alrededor a
mantener su salud, sobre todo las personas mayores, los jóvenes y las que no
pueden vacunarse, como los que se están sometiendo a tratamiento de
quimioterapia. Esto es inmunidad colectiva, y afecta a la salud de todos, no
sólo a una persona
|
Sin
las vacunas, la humanidad quedaría indefensa ante los múltiples virus y
enfermedades que existen e incluso podrían llegar a resurgir enfermedades que
se consideran ya controladas.
En
resumen: Las vacunas salvan vidas. Vacune a su hijo si no tiene una razón
médica por la que no debería hacerlo. No solo protege a su propio hijo, sino
también a todos los demás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario