El apego es un vínculo afectivo intenso y duradero que el niño establece con un cuidador personal, normalmente la madre y el padre aunque también puede ser otra persona que se ocupe de su cuidado, y cuya finalidad es la búsqueda y mantenimiento de proximidad en los momentos de amenaza que le proporcione seguridad, consuelo y protección. Este lazo afectivo determinará el desarrollo posterior de la personalidad del niño y sus relaciones con los demás.
Tras primeras observaciones y experimentos con animales, fue el psicólogo John Bowlby el primero en desarrollar una teoría del apego. Bowlby entendió el apego como un proceso en el que el niño utiliza a los adultos como fuentes de seguridad y bienestar. Mary Ainsworth la complementaría más tarde con sus importantes aportaciones sobre los diferentes tipos de apego y la situación extraña.
En función de todo ello, hay dos tipos principales de apego: seguro e inseguro. Y este último a su vez se subdivide en tres subtipos: evitativo, ambivalente y desorganizado.
En el apego seguro, los padres desarrollan expresiones de afecto tanto verbales como físicas frecuentes y responden a las necesidades y demandas del niño, dándole una mayor estimulación. El niño ve al cuidador consistente, estable y seguro, con lo que crece confiando en sí mismo y en los demás, podrá ser más autónomo y tener mejores competencias sociales.
En el apego inseguro, el cuidador no atiende todas las necesidades de cuidado del niño, lo que puede dar lugar a:
* Apego inseguro evitativo, cuando el niño confía en sí mismo pero no en los demás.
* Apego inseguro ambivalente, cuando el niño se forma una idea negativa de sí mismo y positiva de los demás.
* Apego inseguro desorganizado, cuando el niño se forma una idea negativa tanto de sí mismo como de los demás.
La falta de apego, o el apego inseguro, no suele producir efectos graves antes de los 6 meses, pero a partir de los 6 meses y hasta los 2 años sí podrían aparecer problemas. Separaciones cortas, aunque sean frecuentes, son algo a lo que el niño suele acostumbrarse, pero una pérdida de la figura de apego duradera puede tener unos efectos severos en la personalidad del niño. Las situaciones de adopción pueden causar efectos de largo plazo.
Si se quiere que el niño desarrolle un apego seguro que cuando crezca le favorezca relacionarse con facilidad con su entorno social, debemos ser afectuosos y cálidos, cercanos y comprensivos, calmados y alegres. Y combinar todo ello, a medida que crecen, con normas y límites establecidos y con hábitos diarios, no cayendo en la sobreprotección, error éste que sería muy negativo para su autoestima, autonomía y confianza futuros.
Supongo que conoces "Maneras de amar", es un manual sencillo de fácil comprensión.
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